Aceptando mi nueva realidad

Yuko tuvo que irse para cuidar a su mamá, que es una persona mayor y necesita mayor atención a mediados de enero de 2020. Afortunadamente ya podía hacer cosas simples como bañarme, arreglarme e incluso prepararme de comer. Y en contra de mis propios deseos, regresé a trabajar. Irónico: la obsesiva del trabajo, había dejado de trabajar cinco meses y por primera vez en mi vida no me importó. Mis prioridades han cambiando, ahora estoy centrada en mi cuerpo, mis emociones, mi alma.

El 13 de enero manejé por primera vez y, aunque veía un poco borroso, amé la sensación de recuperar de a poco mi independencia. ¡Lo estaba logrando! Al principio trabajaba de tres a cuatro horas; en febrero de cinco a seis horas. Como bien pronóstico el doctor, los dolores de cabeza y cráneo eran muy intensos, así que tan pronto llegaba a casa me dormía toda la tarde.

El 23 de enero del 2020 tuve mi segunda revisión de control en el hospital con un ultrasonido. El doctor tuvo los resultados primero y cuando entré a su consultorio estaba muy sonriente y sorprendido de mi recuperación. Yo conocía esa sonrisa. A finales de noviembre el quiste medía 6.8 x 3.5 x 1.6 cm y 20 centímetros cúbicos, y en enero 5.5 x 2.4 x 1 cm y 7.6 centímetros cúbicos.

"Aunque su tamaño no se redujo mucho, sí lo hizo en volumen de centímetros cúbicos: se redujo a más de la mitad de su volumen, lo que quiere decir que seguramente la fístula ya cerró. Ahora es cuestión de esperar a que el cuerpo de manera natural termine de reabsorber el resto del agua como lo ha venido haciendo y, para estar completamente seguros, podrías hacerte otro control a finales de marzo". Esta vez consciente y desde el fondo de mi corazón me sentí muy pero muy feliz: al fin se estaba poniendo fin a esta pesadilla, no más cirugías, no más hospitales, solo cuidados y tiempo. ¡Gracias, gracias, gracias Dios!

Le pedí que me revisara la nuca, porque una semana atrás note que se me sumió justo donde está la cicatriz y me asusté porque no entendía cómo de la nada se me estaba hundiendo la nuca. "Justo donde se está haciendo este hoyo es donde se formó el quiste, al disminuir su tamaño, genera este efecto. Además cuando abrimos quitamos una parte de hueso y ya no se vuelve a poner, por eso pusimos el parche no tienes nada de qué preocuparte, es normal. Sentí extraño escuchar que no tengo hueso y tengo el hoyo.

Y en relación a que todavía no sientes la nuca, también es normal: al hacer cortes con el bisturí se rompen vasos y terminaciones nerviosas, el cuerpo requiere tiempo para volver a restablecer esas conexiones que se rompieron en la piel, con el tiempo vas a recobrar la sensibilidad", me explicó.

"El que aún no tengas equilibro también es normal: recuerda que se manipuló el cerebelo, que es el que controla al sistema motriz, existe la posibilidad de que nunca recuperes el equilibrio al 100 por ciento, recuerda que no vamos a saber cuáles serán los efectos secundarios permanentes hasta después de un año. ¿Te afectaría mucho quedarte así?" Sin darme oportunidad a responder continuó. "Te preocupas por cosas sin importancia, que si el peso, que si la cicatriz, que si las náuseas, que si el cabello, que si el acné debes entender que para el tamaño y localización del tumor que tenías, hoy estás perfecta, tu mente está intacta; un porcentaje bajo de los que se operan lo consiguen, tú te has recuperado de manera asombrosa en seis meses, cuando a otros pacientes les toma un año"."Tiene razón doctor créame, estoy muy agradecida por estar viva y, como dice, intacta y sin secuelas tan evidentes".

A cinco meses de la primera operación todavía batallaba con la hipersensibilidad a los sonidos; los ojos aún me lloraban; seguía con hipo, gripes, temperaturas esporádicas, infecciones vaginales y urinarias, diarreas; dormir —aunque menos—aún era un reto por la presión del cráneo en la almohada; seguía caminando como borracho; la retención de líquidos me hacía verme hinchada y seguía subiendo y bajando de peso con mucha facilidad; los olores de la comida me daban náuseas y seguía sin poder comer ciertos alimentos. Continuaba bañándome sentada y aún así me cansaba, y el lado derecho de la nuca seguía hinchado y caliente en comparación con el izquierdo.

Después de tener toda la atención y cuidados por 5 meses de mi mamá y Yuko, el doctor y personal del hospital. Mi mamá me sugirió que me fuera a su casa para que no estuviera sola, pero la recamara esta en un segundo piso y debía conseguir una mudanza para trasladar mi cama y mis plantas y luego otra para regresarlas, así que decidí quedarme en mi departamento. Conscientemente quise quedarme sola y fue una de las cosas más difíciles en mi proceso de recuperación.

Las primeras semanas mí mamá me acompañaba para hacer mi super, me cargaba las cosas, cambiaba las sábanas, tiraba la basura y se llevaba mi ropa sucia para lavarla. Coincidió que la persona que me ayudaba en la casa tuvo problemas, así que dentro de mis posibilidades yo limpiaba el departamento y me preparaba de comer, estas simples acciones consumían gran parte de mi energía. Había días que maldecía y odiaba tener que hacerme de comer o bajar a tirar la basura, pero algo dentro de mi me decía ¡hazlo!.

Eventualmente con el tiempo, limpiar el departamento me ayudo a recuperarme, porque me obligaba a moverme y coordinar. Sólo hubo algo que odie --- ponerme la venda en la cabeza---Yuko me la ponía. Al tener poca coordinación y ver borroso o la ponía muy arriba o muy abajo, tarde días en lograrlo, pero más que eso implicaba verme en el espejo, desde el día de la operación deje de verme en el espejo, porque cuando lo hacía, solo veía en mi una expresión de dolor y tristeza. ¡LO ODIE!