Quién era antes de…
Movió su silla para tenerme de frente y, viéndome a los ojos, dijo asombrado:
—¿Cómo? ¿Usted no sabía que tenía un tumor en esa parte del cerebro?
—No, doctor.
—Bueno, pues entonces qué quiere que hagamos—, me preguntó.
—No sé, doctor, no sé qué debo hacer. ¿Cómo me pregunta eso! Ni siquiera sabía que tenía un tumor. Más bien usted dígame: ¿qué debo hacer?
Si pudiera describirme, diría que la mayor parte de mi vida he sido una persona sana. Desde niña he realizado diversas actividades, como natación, pesas, patinaje, cardio, estuve en los Boy Scouts. Amo la adrenalina que siento en el cuerpo cuando estoy en movimiento: es como una droga; además siempre tuve mucha energía que canalizaba a través del ejercicio.
A los 28 años tuve un accidente: intenté entrar a mi casa por la ventana del baño del segundo piso y me caí de una altura de 9 metros. El resultado fue: fisura de pubis, fractura expuesta de muñeca derecha, contusiones en todo el cuerpo, salida de discos de las lumbares (hecho del que me enteré años después), ojos morados, pérdida parcial de la memoria y, por lo aparatoso que fue, mi recuperación tomó alrededor de seis meses. Desafortunadamente, nunca le di seguimiento médico ni tomé terapia física, así que una vez superado el incidente y el dolor, regresé a mi vida normal.
En 2012 cuando iba camino a una cena, se me rompió el tacón al bajarme del carro. Ese día llevaba puestas unas plataformas y, por no quitármelas, fui arrastrando el pie hasta el restaurante; el problema fue que no era pavimento sino un piso empedrado, por lo que al arrastrar el pie se generó una especie vibración en la columna. Durante la cena empecé a sentir un dolor muy fuerte en la parte baja de la espalda, pero no fue hasta que me quise parar que me di cuenta de que no podía: el dolor era muy similar al que había sentido en aquel accidente a los 28 años.
Al día siguiente ya no pude ni pararme, me llevaron inmediatamente al doctor y el diagnóstico fue que se me habían salido dos discos de las lumbares. El médico me aseguró que esos discos ya se me habían salido antes, me preguntó si había tenido algún accidente y le dije que sí, 13 años antes. "Con la vibración del tacón en el empedrado, se salieron los discos, requiere de una operación forzosa, ya que de otra manera no va a ser capaz de volver a caminar", aseguró. Desafortunadamente, no contaba ni con seguro ni con el dinero: la operación era muy costosa, así que opté por la terapia física.
Desde ese día y durante los siguientes tres meses, usé una silla de ruedas para trasladarme a cualquier lugar; no podía caminar, el dolor era insoportable y la medicina que me habían dado parecía no mitigar el dolor. Pensé que no iba a poder soportarlo, caí en depresión por no poder hacer nada, pero finalmente con meses de terapia y después de año y medio, podría decir que me recuperé.
Los que padecemos de la ciática y hernias discales sabemos que el dolor se queda presente y, de una manera u otra, aprendes a vivir con ello… y sí, se deteriora tu calidad de vida, pero aprendes a sobrellevarlo. Desde entonces y hasta el día de hoy uso faja para dar soporte a mi columna y mitigar el dolor. En su momento, el fisioterapeuta me comentó que dada la lesión, era vital que me mantuviera en mi peso y que realizara mucha actividad física para fortalecer la zona lumbar y evitar cualquier lesión en el futuro y desde entonces así lo he hecho.